Las velocidades de tu Bici

Sin importar el número de velocidades o el tipo de cambios con los que esté equipada nuestra bici, en general, su objetivo es permitirnos mantener la cadencia en diferentes condiciones, desde subir cuestas, hasta partir y acelerar de la manera más eficiente posible.

Cómo usar las velocidades de la bicicleta

En la actualidad, son muchos los que se deciden por una bicicleta sin cambios. Si lo pensamos bien, es una buena opción, desde la perspectiva de que son más fáciles de mantener, son más limpias y, en el caso de ciudades como, Santiago, que es prácticamente plana, las bicicletas con cambios no son imprescindibles. Pero, ¿qué ocurre cuando una velocidad ya no basta?

Sin importar el número de velocidades o el tipo de cambios con los que esté equipada nuestra bici, en general, su objetivo es permitirnos mantener la cadencia en diferentes condiciones, desde subir cuestas, hasta partir y acelerar de la manera más eficiente posible.

La cadencia, se refiere al número de revoluciones por minuto (rpm) con que pedaleamos. Por ejemplo, la cadencia adecuada para un ciclista urbano, es entre 60 a 80 rpm. Esto quiere decir que, para lograr un pedaleo eficiente, un ciclista deberá mantener el ritmo de una pedaleada por segundo.

El Mecanismo

La mayoría de los sistemas de transmisión con cambios (o de múltiples velocidades), que hoy encontramos en el mercado, son abiertos, es decir, tenemos acceso visual completo a todo el sistema.

Pedales: uno para cada pie, ubicados al centro de la bicicleta. Son los que reciben la fuerza que generan nuestras piernas. Bielas: son las piezas que unen los pedales al plato o volante.

Volante: también conocido como plato, es una pieza circular, dentada, ubicada al centro de la bicicleta. Puede constar de más de una corona o rueda dentada (engranaje). Su función es generar las vueltas necesarias para el avance de la bicicleta. Estas vueltas o revoluciones, se transmiten hacia la rueda trasera mediante una cadena de transmisión, la que une el volante y el piñón

Piñón: es una rueda dentada (o engranaje) que está ubicada en el centro de la rueda trasera y, a través de la cual, se transmite la fuerza a la misma. Éste puede contar con múltiples coronas o engranajes, de distintos diámetros, los que se utilizan para dar mayor o menor tracción a la rueda, según el piñón seleccionado.

Cadena de transmisión: es la encargada de transmitir la fuerza generada en los pedales hacia la rueda trasera o de tracción. Es una cadena especial, ya que permite que los dientes de platos y piñones se enganchen a ésta, formando un circuito.

Desviadores: los hay traseros y delanteros. Su función es mover la cadena (desviarla) hacia uno u otro plato/piñón. Van anclados al cuadro de la siguiente manera: el delantero, en el tubo vertical, y el trasero, en el ángulo que forman los tubos llamados “tirante” y “vaina” del lado derecho. El accionamiento de los desviadores, lo realizamos mediante controles, llamados manillas de cambio o “shifters”.

Manillas de cambio o “Shifters”

La selección de los distintos cambios (o marchas) en una bicicleta, se logra a través del control de la tensión/distensión de cables o piolas, que conectan las manillas de cambio a los desviadores. Existen dos tipos de manillas principales, las de tipo indexada o de fricción. En la actualidad, las bicicletas tienen los mandos instalados en el manubrio, pero en modelos más antiguos, especialmente en los de ruta, las palancas viene instaladas en el tubo inferior o diagonal del cuadro.

Manillas de cambio indexadas o sincronizadas

La indexación, corresponde a un índice numerado que se muestra junto a la manilla de cambio, los cuales elegimos mediante un movimiento de palanca “preseteado”. Es decir, las palancas de este mecanismo, tienen posiciones fijas o exactas, que se transmiten directamente al desviador, donde cada una de éstas corresponde a un piñón o plato.

Manillas de cambio de fricción

Al contrario de la manilla de cambio (indexada o sincronizada), donde el movimiento de la palanca se transmite de manera exacta al desviador; este mecanismo depende de la pericia del ciclista que lo opera, pues NO hay un índice numerado que nos indique en qué piñón o plato estamos enganchados. Es el oído el que nos indicará que el cambio fue correctamente transmitido.
Este tipo de manilla es la predecesora del cambio sincronizado y aún podemos verlo en algunas bicicletas de ruta y de montaña de gama baja. Si bien no es un mal sistema, requiere de más habilidad a la hora de aprender a usarlo.

La combinación correcta

De manera general, entre más pequeño sea el plato (adelante) y más grande sea el piñón (atrás), el pedaleo será más liviano. Pero, ¿por qué? Porque en una velocidad liviana, la rueda trasera recorre menos distancia por cada revolución del plato. Este tipo de combinación es útil para arrancar de manera eficiente o subir cuestas.

De manera contraria, entre más grande sea el plato (adelante) y más pequeño sea el piñón (atrás) que utilicemos, la rueda trasera recorrerá una mayor distancia por cada revolución del plato. Este tipo de combinación, se reserva para cuando deseemos viajar a mayor velocidad.

Se sugiere evitar la combinación de plato grande con piñón grande (ver imagen) y plato chico con piñón chico, pues dejan la cadena en un ángulo que es poco eficiente y que puede provocar un desgaste de todo el sistema de transmisión, además del molesto ruido que se genera en la zona del desviador delantero.

Jugando con los cambios

Quienes recién se integran al mundo de la bicicleta, suelen cometer el error de partir en una velocidad pesada. Cuando lo hacemos de esa forma, la fuerza que necesitamos para comenzar a rodar, es mucha. Una velocidad (o marcha) pesada, se forma cuando enganchamos, mediante la cadena, un plato grande con un piñón pequeño.

¿Cómo entender el “peso” de las relaciones plato-piñón?

Tomemos como referencia un punto cualquiera de la cadena de transmisión. Éste demorará más tiempo en dar una vuelta completa por todo el circuito de transmisión, estando enganchado en un plato grande, que en uno pequeño; demandando, por tanto, mayor fuerza para la partida. Por el contrario, si enganchamos en un plato de menor diámetro, la partida será mucho más suave y liviana.

Lo ideal, es arrancar en una velocidad baja (o liviana) que nos permita poner la rueda en movimiento, aplicando poca fuerza al pedal. Una vez que estemos en movimiento, podemos ir cambiando de velocidad según sea necesario.

Al andar por terrenos llanos, bajadas, o con el viento a tu favor; para avanzar más en cada pedaleada, es necesario que pases a velocidades altas. Esto te permitirá generar una mayor velocidad, manteniendo la cadencia (ritmo).

Como los ciclistas urbanos somos dependientes de las condiciones del tráfico y debemos respetar las señales de tránsito –como todo vehículo- es importante saber cómo disminuir la velocidad. En estos casos, es conveniente anticipar el cambio de velocidad y, por ejemplo, si el semáforo cambia a rojo, antes de frenar totalmente, se recomienda cambiar a una velocidad baja, para poder retomar el pedaleo de manera eficiente, cuando la luz cambie a verde.

En aquellos puntos de nuestras ciudades en que encontremos pendientes, hay que cambiar a una velocidad más liviana antes de que el pedaleo se torne pesado. Recuerda que lo óptimo es mantener la cadencia en todo momento. Si la pendiente no es muy pronunciada, bastará con jugar con los piñones (cambios traseros). Por otro lado, si la pendiente es bastante pronunciada y tu bici tiene más de un plato, lo ideal es cambiar al plato más pequeño para después comenzar a jugar con los piñones, hasta encontrar la combinación que nos permita mantener una cadencia adecuada.

En un principio, puede resultar confuso el tener tantas combinaciones en nuestra bicicleta y la mejor manera de entender cómo funcionan es, justamente, ir probándolas en las distintas condiciones de pendiente que nos vayamos encontrando en nuestra ruta. Si aprendes a usarlos bien, te darás cuenta de que puedes hacer más cómodo tu viaje o ascenso/descenso deportivo.


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